Convocadas a compartir la vida…
- FMMDP
- 13 mar 2018
- 2 Min. de lectura

El proyecto de familia y la alegría del encuentro. Nos reunimos en Buenos Aires las Hermanas de las comunidades de Argentina-Bolivia con Rosario y Adelaida en un ambiente de reflexión, de búsqueda conjunta y proyección de futuro.
Es preciso aclarar que las comunidades no acudieron solas; en las alforjas grandes del corazón traían nombres, rostros, historias, situaciones, desafíos… Al compartirlas se convertían en logros y preocupaciones de todas.
Rosario y Adelaida, por su parte, nos acercaron resonancias del XXI Capítulo General con sus múltiples matices y sentimos que el vino nuevo de conclusiones y propuestas viene circulando por cauces de madera antigua, moldeada en entrega con sabor a Evangelio: María Ana, Concepción Dolcet, María Serra, Asumpta, Gertrudis, Isabel, y tantas hermanas que en la sencillez de lo cotidiano fueron transmisoras de un legado de amor.
Ese legado de amor difusivo es hoy pertenencia eclesial que contagia y anima a algunos hombres y mujeres a un convivir más fraterno en las familias, en el trabajo, en la sociedad, poniendo en marcha pequeñas iniciativas solidarias por la justicia y la dignidad de los más necesitados.
AMAM, Amigos, Amigas, simpatizantes, buenos vecinos o simples conocidos forman parte de esa fuerza nueva para empujar la paz y el bien allí donde se encuentran.
Están con nosotros. Percibimos la riqueza de la presencia laical en muchos aspectos del documento: en la adhesión al carisma, en el deseo de transmitirlo en el lenguaje y los medios de hoy, en las pistas para la convergencia de esfuerzos, en una formación más integral e integradora y en la disponibilidad para cooperar en las acciones que se requieran para llevarlo a la práctica.
Constatamos una vez más la admirable estrategia misionera del Espíritu para llegar más lejos. Lo nuestro es la corresponsabilidad en mantener la casa abierta superando los miedos y la luz de la caridad verdadera, encendida a pesar de los vientos.
Dispuestas a caminar en humilde obediencia al Dios de la alianza que camina en cada historia, asumimos el reclamo más fuerte del Capítulo: la vivencia testimonial de la común-unión entre nosotras y con todos, superando fronteras, dando vigor al hilo primordial que nos une de la CARIDAD VERDADERA.
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