Encuentro de Formación Permanente en Madrid
- FMMDP
- 14 jun 2018
- 2 Min. de lectura
¡A VINO NUEVO, ODRES NUEVOS!

Los días 26 y 27 de mayo fuimos convocadas por el Equipo de Formación Permanente a participar de una fiesta, de un brindis por el Reino y nuestra vocación en la Iglesia y en el mundo.
¡A vino nuevo, odres nuevos!
Realismo y esperanza teologal en la vida religiosa hoy
A la luz del Evangelio de la experiencia de nuestra realidad Nurya Martínez-Gayol Fernández, esclava del Sagrado Corazón y profesora de teología en la U. P. Comillas, fue desgranando distintas claves de escucha y acogida a la Palabra del Señor que habita en nuestro tiempo y nos llama desde él a seguirle.
Algunos de los temas tratados:
El reto y las dificultades de «un tiempo bisagra»
El CAMBIO. El sentido del cambio. Resistencias, miedos, fascinaciones...
La ESPERANZA TEOLOGAL.
¿Qué hacer? La misión como principio regenerador. La necesidad de buscar y discernir.
El cambio como posibilidad
CATALIZADORES DEL CAMBIO:
Desde la fe: Creer el mejor antídoto contra el miedo. La fe como disponibilidad a dejarse sorprender. Convivir con la inseguridad… no precisar más mapa que la “promesa”.
Desde la esperanza: Convocadas a ser signos de esperanza en un contexto de desesperanza. Esperar “en otros” y “con otros”. Esperar “por otros”. Cuidar los signos de esperanza: “dejar nacer”. La esperanza que permanece.
Desde el amor: Dar vida a costa de la propia vida... ¡menos cuidarnos y más desvivirnos!
La actitud martirial que nace de un exceso de amor.
SER SANTOS o... ¿Quién puede cambiar la VR?
Una vez más, difícilmente pueden expresarse las resonancias suscitadas en nuestros corazones.
Escucha... Reflexión personal... oración... fueron jalonando un encuentro que, celebrado en torno a la fiesta de la Santa Comunión de Dios Amor (¡Trinidad!), fue, a su vez, recordando, actualizando y vitalizando las corrientes subterráneas que nos hacen hijas y hermanas, en torno a una misma con-vocación.
Dos actividades “activaron” el movimiento: la «vinacoteca» (vinos nuevos, vinos añejos, odres y odres...), y, como una onda expansiva, mujeres que “en estado de Visitación”, se atreven a «soñar juntas», lo que nos ayudó a situarnos con la mirada más allá de lo que inmediatamente nos hace tropezar. Vida que se recibe, se comunica, se comparte, se difunde, se multiplica...
Gracias a todas y cada una de las ochenta hermanas que se hicieron presentes. Gracias, también, a aquellas que quedándose en las comunidades, hicieron posible que muchas participaran.
¡En alabanza de nuestro Señor Jesucristo. Amén!

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