FMMDP en Red

Nuestra hermana Francisca nació en Fuensalida, provincia de Toledo (España) Con 20 años inició el noviciado en la Casa Madre y aquí hizo su primera profesión.
Después de tres años en León, como enfermera, “cruzó el charco” rumbo a Perú, dónde desarrolló su actividad apostólica-misionera como ATS, dedicada al cuidado de los enfermos, al igual que en
Argentina y Chile. Son muchas los hospitales en los que trabajó y años después, alguna hermana que pasó por los lugares de su destino, la recordaban con cariño y como mujer entregada y sacrificada.
En algunas comunidades ejerció el servicio de superiora, compaginando profesión, comunidad y voluntariado en Cáritas.
En 1994 regresó a España a la Casa Madre, dónde siguió ejerciendo de enfermera de las hermanas que necesitaban atención por su delicada salud.
El carácter reservado no limitó su entrega como buena hermana y enfermera, siempre pendiente de quien la necesitaba, sencilla, fraterna y prudente hasta que tuvo que pasar de enfermera a enferma y dejarse cuidar.
Las enfermedades presentes en su vida la mantuvieron siempre en actitud de aceptación, sin quejarse. Al preguntarle cómo estaba respondía con una sonrisa y decía “Algo hay que tener”.
Mujer de fe, participaba con amor en la Eucaristía diaria, amante de la Virgen expresaba externamente su devoción con el rezo silencioso del rosario, muy presente entre sus manos.
En silla de ruedas y dependiente para todo de los cuidados de las demás, fue deteriorándose y después de unos días ingresada en el hospital, hoy ha sido llamada a participar de la SALUD plena, que sólo Dios concede cuando el fruto está maduro. D.E.P.

Nuestra hermana Elena, nació en Freás de Astariz, provincia de Orense, (España).
Inició el noviciado en Tortoreos, y llegado su momento hizo la primera profesión. Su entrega a Dios mediante la profesión perpetua tuvo lugar en la Casa Madre.
A lo largo de su vida desempeñó, diversas responsabilidades. Fue nombrada superiora en varias comunidades, vicaria provincial, vicaria local, administradora provincial y local. Con sentido de obediencia, acepta siempre los servicios que se le piden, así como los destinos a las distintas comunidades a las que es enviada. En su misión como superiora, se preocupa de cada hermana de la comunidad, manifestando su sentido fraterno, su humanidad e interés por la persona. Su responsabilidad la lleva a cuidar la vida espiritual y fraterna, así como la misión y el buen funcionamiento de la comunidad.
Intentó vivir su consagración a Dios y a los hermanos, como Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor.
Elena era una persona de fe y de oración, cuidando la relación con el Señor, centro de su vida. Su identificación con la Congregación era clara, siguiendo las directrices emanadas de las hermanas que tenían la responsabilidad en la misma.
Como maestra ejerció la misión de educadora en varios de nuestros colegios en Galicia. Su carácter era serio, pero supo enseñar y educar a los niños y ser, dentro del respeto debido, cercana a ellos y a las familias.
Como persona humana, junto a todo lo bueno que había en ella, su vida también estuvo marcada por la limitación y la fragilidad. Llamada a la casa del Padre, ha hecho la última entrega de su existencia en Sus manos, con Él celebra ya la Vida verdadera.

Rezamos por ella y con ella damos gracias a Dios por su larga vida como hermana Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor.

Nuestra hermana Manuela, nació en Saiz, provincia de Orense, (España).

Su inicio como novicia de la Congregación fue en Tortoreos, aquí hizo su Primera Profesión. La profesión Perpetua fue en la Casa Madre.
Aunque de carácter fuerte, su forma de colaborar en comunidad era positiva y apasionada en abrir nuevos cauces o formas de evangelizar como Franciscana y tenía muy claro en hacerlo como enviada de la comunidad. Era una hermana fraterna y con ánimo de que nadie se quedase estancada en la monotonía.
Casi toda su vida estuvo en contacto con la enseñanza, pasó por muchos de los colegios de Galicia, pero no se limitó a esta actividad, sino que amplió su apostolado a otros campos, dada su vitalidad y deseos de ayudar.
En su primera etapa estuvo encargada de cuidar a las internas mayores, época en que se ofrecían las drogas, y descubrió que algunas jóvenes empezaban a probarlas; ella trató de ayudarlas para que no se hiciesen dependientes explicándolas sus graves consecuencias.
Como trabajadora social en el INSERSO y Ayuntamiento de Orense, fue muy valorada su capacidad de descubrir las verdaderas necesidades de familias, ayudando en todo lo posible. Una vez que terminó este trabajo, orientaba a los sacerdotes sobre los pasos a dar para hacer solicitudes de familias necesitadas en sus parroquias.
Cuando se empezó a divulgar la Asociación de AMAM, ella fue una de las primeras en prepararse para expandir y acompañar a personas que quisieran acoger este camino.
Siempre tuvo gran interés por formarse y formar a otros: cursillos de Cristiandad, catequética, pastoral, animadora de vocaciones en la Iglesia, Lectura creyente de la Palabra en la Parroquia, cursos de Formación Posterior y de Renovación organizados por la Congregación…
Cuando se cerró la comunidad de Celanova, su salud fue empeorando debido a diversas complicaciones.

En el año 2019 pasó a formar parte de la Comunidad de Santiago de Compostela, desde donde ha partido a su destino último y definitivo: la Casa del Padre.
Damos gracias a Dios por su vida entregada. D.E.P.

Nuestra hermana Victorina, nació en Matilla de la Vega, provincia de León. Muy joven inició el noviciado en Tortoreos y también aquí hizo su primera profesión, la entrega total mediante la profesión perpetua la realizó en la Casa Madre.
En su tarea apostólica, siempre estuvo dedicada con cariño y pasión a la educación de niños de Prescolar y Primaria en los colegios de Galicia y Venezuela.
De regreso a España en el año 2007 continúa con su vocación de educadora, a la vez que realiza otros servicios como Directora, Superiora local y apostolado con grupos juveniles.
En 2016 llegó a Santiago en una situación un poco crítica dado sus serios problemas cardiacos, siempre vimos en ella una persona que supo aceptar “con elegancia” su enfermedad que, aunque limitaba mucho su vida diaria, nunca se quejó de ello, y sabíamos lo mucho que le gustaba poder hacer otras cosas.
Hermana sobria, austera y desprendida era su forma de vivir el voto de pobreza, “todo le sobraba”. Muy fraterna, con gran cariño e interés por la comunidad, siempre que podía participaba en todos los actos comunitarios. En la enfermería preocupada de las hermanas para que pudieran asistir a la Eucaristía de la TV. Y mientras pudo les repartía la comunión con mucho respeto, dignidad y cariño.
Confiaba mucho en la fuerza del Señor, la oración la alimentaba cada día.
Este último mes fue para ella bastante más complicado, pero sin quejarse y siempre que te acercabas a ella te recibía con mucho cariño y agradecimiento.

Esto es lo que nos queda de Victorina: una mujer Franciscana, muy buena hermana, una vida enraizada en el Amor de Dios que supo aceptar su enfermedad, esperar y acoger con paz los últimos momentos de su vida poniéndose en las manos de nuestro Padre – Madre, sabiendo que El la envolvería en ese abrazo amoroso para siempre.
GRACIAS VICTORINA POR TU VIDA Y TODO LO QUE A TRAVES DE ELLA EL SEÑOR NOS REGALÓ.

Descansa en paz.

Nuestra hermana Dolores, nació en Villa del Río (Córdoba) Hizo su noviciado y primera profesión en la Casa Madre, y su profesión perpetua en Santiago de Chile.
Desde muy jovencita entra en contacto con la Congregación, a través de su tía, la M. Estrella, mediación que poco a poco se va concretando en la escucha a la llamada de Dios según la espiritualidad franciscana al estilo de María Ana.
Son muchos los dones y cualidades humanas que supo poner al servicio de cuantas personas se encontraba en su camino franciscano: el coraje y ganas de vivir expresados en un talante alegre, cercano, sencillo, orante, próximo a los pobres y humildes, amante de la Palabra… Un corazón dilatado que la lleva más allá de las fronteras de España hasta Chile, Argentina, Mozambique, para servir, derramando la alegría de su canto y de su danza, que enseñaba a niños y jóvenes en su dedicación apasionada por la educación, iniciando caminos comunitarios con otras hermanas en barrios de Buenos Aires… siempre integrada en la iglesia local, dinamizando la liturgia y la catequesis.
En 1991 regresa a Galicia y se integra en la reciente fundación de Muimenta en la provincia de Lugo, que fue un Nazaret en su vida, lugar y tierra sagrada.
Aquí continúa dando lo mejor de sí misma, descubriendo la espiritualidad de lo pequeño, al lado de la gente sencilla, aprendiendo a disfrutar del encanto y riqueza natural de los caminos y se hacía la encontradiza con los campesinos y jóvenes a los que animaba a participar activamente en la liturgia.
En 2014 llegó a Santiago con su salud muy quebrantada, acogida con gran cariño fue aprendiendo a ser feliz en medio de su dura enfermedad. Desplegó una gran ternura, el Señor la fue haciendo mujer fuerte en la adversidad, sin quejarse, aún cuando el cuerpo sufre intensamente.

Siempre agradecida, aprecia y disfruta de los gestos de cuidado y ternura de las hermanas que la acompañamos en tantos momentos críticos experimentados a lo largo de sus días.
La comunidad de Santiago de nuevo se reconoce visitada por la "Hermana muerte". Nuestra hermana Dolores celebra ya el encuentro amoroso con Dios Padre y Madre a quien ha entregado su vida desde un profundo anhelo de búsqueda de su Señor.
Damos gracias al Señor porque CON ELLA HEMOS APRENDIDO A SER MEJORES HERMANAS.

Descansa en paz.

Nuestra hermana Gumersinda era natural de San Felices de Buelna (Cantabria). Inició el noviciado en Madrid, donde hizo sus primeros votos y la Profesión perpetua. Años más tarde volvería a este lugar para el curso de renovación, repartido entre Madrid y Roma.
Hermana de oración, de carácter alegre, trabajadora y servicial, muy amante de la Virgen y de la Madre Fundadora, con buenas cualidades para el canto y animadora de la liturgia comunitaria.
Su gran misión fue la educación, dicen las hermanas que fue “educadora nata”, muy acogedora con los alumnos, con los familiares y con los profesores. Estos la recuerdan con cariño y afirman que aprendieron mucho de ella por su alegría su manera de ser y su amor.
Muchos de estos dones y cualidades se vieron afectadas por su enfermedad, pues sufrió varias intervenciones quirúrgicas graves con tratamientos fuertes que, aunque supo aceptar y llevar con bastante paz, manifestaba altibajos en su carácter y, cuando se daba cuenta la hacía sufrir.
Colaboradora en la parroquia, en la catequesis y voluntariado con los Hermanos de la Cruz Blanca y muy abierta con las personas que conocía, ¡que eran muchas!, pues toda su vida, como religiosa se desarrolló entre las comunidades de Córdoba y Andújar.
Pasado mañana cumpliría 81 años, pero el Señor ha querido que los celebre en su presencia, donde el dolor ya no existe y como Padre misericordioso la habrá acogido después de haber sufrido su propia pasión en esta tierra.
Descanse en Paz.