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Nuestra hermana Gertrudis natural de Espiño - Orense, (España) inició el noviciado en 1942 en la Casa Madre y transcurrido el tiempo reglamentario hizo la profesión temporal siendo destinada a los dos días
a la comunidad de Cárcar. Aquí comenzó su etapa de apostolado, unas veces como auxiliar de enfermera, otros como educadora de preescolar, siempre en trabajos domésticos. Las comunidades de Pamplona, Andújar, Barcelona, Laredo y también en el seminario de El Pardo fueron testigos de su presencia sencilla, trabajadora, agradecida, disponible y de su lenguaje simple y espontáneo.

En el año 1984 pasó de la Comunidad de El Pardo a la de Lérida dónde siguió con sus trabajos sencillos con el personal subalterno manteniendo siempre todo limpio y ordenado.
Su actividad se va reduciendo poco a poco hasta quedar sin movilidad, sin poder hablar y afectada posteriormente por un cáncer que lo hizo todo más difícil para ella y también para las hermanas que la cuidaron hasta el día de hoy.
Como no se sabe lo que pasa en el interior de las personas cuando hay imposibilidad de comunicación, no nos quedamos en el sufrimiento, sino que la última palabra es la de Cristo resucitado, que hoy ha salido definitivamente a su encuentro para decirle:
¡Gertrudis VIVE, entra en el gozo de tu Señor!
Descansa en Paz.

Nuestra hermana María Teresa, nacida en Zaragoza, inició el noviciado con 19 años en la Casa Madre, aquí hizo su primera Profesión y en 1955 los Votos perpetuos.
Hermana muy alegre, entusiasta, trabajadora, como educadora se hacía querer; son varios los colegios en los que desarrolló su misión, Arenas, Santander, Córdoba, León, La Coruña, en todos, tanto alumnos, como profesores y padres dejó impronta de su bien hacer, entrega y alegría.
Amante de la música y de lo artístico, de la Congregación y todo lo emprendía con mucha ilusión. Llegó a la Comunidad del Colegio de Orense en julio de 1991. Trabajó con los niños y en CONFER hasta bien mayor.
La enfermedad la visitó desde hace bastante tiempo, ha pasado por etapas difíciles y desde hace unos años el Alzhéimer se fue adueñando de su ser, pero eso mismo supo integrarlo en su vida, se sentía feliz y no perdió ni su alegría si su sentido del humor, ni sus “obligaciones” como religiosa.
Manifestaba cariño por la Virgen y la Madre Fundadora, en esta misma semana participó en un encuentro de oración con grupo de AMAM.
Hospitalizada por fiebres altas, volvió a casa sin cambiar su forma de ser, a ella no le pasaba nada, ayer cenó y la acostaron, pues era dependiente, se durmió y ya despertó en el Señor. Todas las hermanas la cuidaban y trataban con cariño, su cuidadora especial, dice que la enfermedad la hizo aún más feliz… vivió feliz y murió feliz. Cosas de Dios y de la respuesta al Amor.
Teresa, dejas un gran recuerdo entre tus hermanas de Comunidad, damos gracias por tu forma de ser y que sigas repartiendo alegría eterna desde los brazos del Padre Dios. D.E.P.