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Encuentros para la Regionalización de Europa
Con el encuentro en la zona de Andalucía del 15 al 17 de noviembre de 2019, concluye la etapa de sensibilización y concientización para la Regionalización de Europa en la Provincia Ibérica. Hermanas de las distintas zonas: Madrid, León, Cataluña, Galicia, Andalucía y Portugal fuimos convocadas a seguir preparando nuestros Odres, sabiéndonos continuadoras de una herencia carismática que sigue alentado nuestras vidas. La jornada se presentó como un espacio para compartir y escuchar la voz del Espíritu en la reestructuración y reorganización que vivimos como Congregación.
La presentación y lectura de documentos aportan luces “Hacia la reorganización congregacional” y nos impulsan a concretar confirmaciones, nuevas llamadas, temores y dificultades.
Repensar el mapa de la realidad en Europa con los datos que aporta cada país es oportuno para hacernos conscientes del número de hermanas que en la actualidad forman la provincia y también preguntarnos en qué medida nos implicamos en el proceso.
Con la presentación del Proyecto para dinamizar el camino “Hacia la regionalización de Europa” abrimos puertas a la audacia, creatividad y fidelidad en este momento de cambio, precariedad y disminución que vivimos como Instituto.
Encuentro de Equipos Generales
Los días 1, 2 y 3 de junio, con mucha alegría y con un profundo sentimiento de gratitud, la Madre General, Rosario Sánchez Benito, recibió a las Hermanas y laicos integrantes de los Equipos Generales para realizar el encuentro programado y convocado con anterioridad.
Vivir como “familia” es algo inédito que tenemos que seguir construyendo juntos/as entre quienes compartimos el carisma y los sueños. Hoy, como Familia, nos sentimos llamadas/os a reconocernos y resituarnos como identidades en relación portadoras del carisma de María Ana. Esto supone fortalecer el sentido de pertenencia a la familia y reconocer los rasgos de nuestras diversas identidades y de la riqueza que aportan, les dijo la M. Rosario.
Y continuó diciéndoles: En el mes de julio pasado, en el marco del XXI Capítulo General, laicos y hermanas reunidos en grupos, reflexionamos, dialogamos y acordamos los desafíos que hoy se nos presentan a las distintas áreas de la familia carismática. Consensuamos las propuestas que nos ayudarán a afrontar dichos desafíos.
El Equipo del Gobierno General, después de estudiar y reflexionar el contenido y alcance de las Líneas de Vida y Misión del XXI Capítulo General, así como los desafíos y propuestas que, descubrimos, creímos conveniente formar algunos Equipos Generales, constituidos por Hermanas y laicos, para colaborar en la animación de la vida y misión del Instituto.
Es nuestro deseo ofrecer, a través de ellos, a las Comunidades y a los laicos de la Familia Carismática, la posibilidad de encontrarnos, reflexionar y profundizar para proyectar líneas de futuro que vitalicen y enriquezcan a la Iglesia con la fuerza renovadora de nuestro carisma. Ellas han de inspirar y acompañar nuestro caminar como Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor y, en algunos aspectos, el de todos cuantos formamos nuestra Familia Carismática.
Como herederos del carisma, a lo largo de nuestra historia Congregacional, hemos seguido el gran legado que Nuestra Madre Fundadora nos dejó siendo fieles al estilo evangelizador que nos trasmitió, viviendo la Caridad verdadera.
Por nuestra parte, constantemente revisamos sus aportaciones y las actualizamos, ampliamos, adaptamos a los nuevos tiempos y a los diversos contextos más plurales y complejos.
Yo creo que cada día nos preguntamos:
¿Hoy, a qué desafío tengo que responder?
El Evangelio siempre tiene la respuesta.
"Nadie echa vino nuevo en odres viejos. Pues, de hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se arruinarán tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos."
El odre nuevo, ha de parecerse al vino que contiene: la buena noticia del Evangelio, de la conversión y el perdón.
En ellos nos apoyamos para seguir haciendo camino y preparar odres nuevos para el vino nuevo de la misión a la que hoy, en nuestra realidad concreta, somos enviadas/os:
• Odres nuevos, siempre, la itinerancia que supone ser enviadas/os, viviendo “en salida”.
• Odres nuevos, la globalización que borra fronteras y amplía la mirada a la fraternidad universal.
• Odres nuevos, la aproximación a las periferias sociales, eclesiales y existenciales.
• Odres nuevos, la fragilidad que pide un dinamismo de sinergia.
• Odres nuevos, las nuevas diaconías a las que hemos ido siendo conducidas/os y que somos invitadas/os a promover
Necesitamos acoger los estimulantes impulsos del Espíritu: “A vino Nuevo, odres nuevos”
Debemos reconocer las actitudes de escucha a través de una sabia lectura de los signos de los tiempos con el fin de recuperar la libertad que nos permita convertirnos en esos odres nuevos que ofrezcan el vino nuevo del Evangelio.
Entonces, ¿qué debemos esperar de estos Equipos?
Discernir a la luz del Espíritu el modo adecuado para mantener y actualizar el carisma y el patrimonio espiritual de nuestro Instituto. Además, la interacción con que hemos de trabajar manera que, representando a todo el instituto, sea un signo verdadero de su unidad en la caridad (p.79).
Que todos los que formamos estos Equipos Generales y participamos en este encuentro de la Congregación adquiramos las disposiciones necesarias para la renovación de nuestros odres. Debemos desarrollar las actitudes de acogida y apertura; de audacia en la expresión de nuestras convicciones personales, así como a una escucha profunda de lo que la congregación lleva en su conjunto. Debemos tener una conciencia atenta a ser llamados a conversiones profundas y que nuestra fidelidad, tanto al carisma de María Ana como a la Iglesia, nos interpele como nunca.
Ojalá podamos vivir este momento teniendo en el corazón esta convicción profunda:
“Ha llegado el tiempo de custodiar en creatividad la novedad para que conserve el sabor genuino de la fecundidad que es bendecida por Dios” (p. 89)
La interrelación que ha de existir entre todos, porque JUNTOS hemos de preparar esos “odres nuevos” de que nos habla Jesús en el Evangelio, y cuyo desafío queremos acoger.
No olvidemos: "Entre TODOS... ODRES NUEVOS"
Concepción Dolcet: su estela permanece
Con memoria agradecida, los días 19 y 20 de mayo, hemos celebrado en la Casa Madre el CENTENARIO DE LA MUERTE de Concepción Dolcet.
A la invitación, hubo una respuesta muy positiva de las Comunidades de Hermanas y Fraternidades de la Asociación.
El día 19, siguiendo la programación del Gobierno General, nos reunimos para reflexionar y compartir la vida y obra de Concepción Dolcet; y, a su luz, nos cuestionamos en grupos sobre cuatro llamadas:
• Llamada a la caridad fraterna
• Llamada a la unidad
• Llamada a salir al encuentro de los hermanos y hermanas
• Llamada a la educación
El día 20 de mayo, domingo de Pentecostés, quien nos convocó, fue la Eucaristía de Acción de Gracias presidida por Luis A. Gonzalo Díez CMF. Eucaristía festiva y compartida.
Trascribimos, parte de la Acción de Gracias, que Rosario Sánchez nos regaló después de la comunión:
“[…] Hoy, nuestro amor a la vocación recibida, a la Congregación y al carisma, se transforma en “acción de gracias”, memoria, alegría y celebración:
• El recuerdo y el agradecimiento por tantos “SÍ” generosos y plenos que dieron las Hermanas desde los inicios hasta hoy, por el coraje y el sacrificio con el que dieron fundamento a cuanto nosotras hoy somos y tenemos.
• Agradecer también al Señor por la santidad de vida de tantas hermanas que, tal vez, hemos conocido y gustado su testimonio de vida verdadero, bello y bueno.
• Agradecer por los caminos de obediencia al Concilio Vaticano II, por la apertura y las propuestas formativas de renovación, por los incansables esfuerzos de expansión y por la creatividad de la caridad a través de los servicios con los que estamos presentes en el mundo.
Y de una manera especial, hoy:
Gracias por el don de Concepción Dolcet a nuestro Instituto.
Gracias por su apertura y fidelidad al carisma legado por nuestra Madre Fundadora.
Gracias por su espíritu de servicio a cuantos la rodeaban expresado en su acción en favor de los pobres y sencillos.
Gracias por el impulso que dio a nuestro Instituto la expansión del carisma recibido. […]”
Al terminar la Eucaristía pasamos al comedor, para compartir y festejar. No faltó la tarta de CENTENARIO y la canción en torno a ella, que canta el acontecimiento de la Aprobación del Instituto en 1896 y Constituciones en 1899:
Mirad, mirad a nuestras madres
caminan hacia Roma.
Que las Constituciones
piden apruebe ahora.
El Papa las bendice
y firma sin demora
en el cielo sonríe
la Madre Fundadora.
La, la, la. La, la, la, la, la.
¡Viva la Madre Concepción!
La, la, la. La, la, la, la, la.
¡Viva la Madre Ana,
Que tanto amó y sufrió!
Tanto amó… y sufrió.
Mirad, mirad a nuestras madres
Regresan jubilosas
Trayendo entre sonrisas
la Regla salvadora.
Hogaño se prepara una cosecha hermosa:
Enfermos y misiones,
niños que a Dios den gloria
La, la, la. La, la, la, la, la.
Vámonos, pues, a la labor.
La, la, la. La, la, la, la, la.
Vivamos nuestro lema:
“Sacrificio y Amor”
Y Amor… y Amor.
Con las Hermanas en Mozambique
De los días 26 de marzo al 10 de abril, las hermanas Sagrario de la Vega y María Inés Vásquez hemos visitado las comunidades de Mozambique: en Tete, Beira y Matola para tareas de Administración y Contabilidad.
Hemos visitado y conocido las obras:
• En Tete, Centro Infantil AMAM
• En Beira, Escuela en construcción
• En Matola, Escuela María Ana Mogas
Ha sido una experiencia positiva en todos los aspectos: convivencia con las hermanas y misión a realizar.
Con las hermanas de Mozambique hemos celebrado y vivido el Misterio Pascual de este año y hemos percibido la riqueza de la liturgia.
Mutuamente hemos gozado del encuentro fraterno.

Vino nuevo para odres nuevos - Chile
Aún con el eco de la reciente visita del Papa Francisco a Chile y el llamado a vivir las bienaventuranzas.
Con el vivo e inspirador trasfondo del icono de la Visitación para “salir a prisa al encuentro de la vida” en la alegría del abrazo que hermana, que aproxima, que incorpora e incluye en la diversidad y en relaciones que promueven encuentros transformantes...
Y con las vivencias del XXI Capítulo General que nos mostró que los que “confían en el Señor recibirán fuerzas nuevas” un episodio congregacional preparado y vivido desde el Espíritu que sin duda también es el gran impulsador de este dinamismo en el Instituto y en la Región de América del Sur.
Todo este trasfondo nos permitió vivir estos días de Encuentro y animación por parte de Rosario y Adelaida, con la certeza compartida de que, el Vino nuevo necesita de Odres nuevos!!
Fueron días de vida y reflexiones compartidas, de diálogos sinceros y serenos, de desafíos asumidos desde la corresponsabilidad y el sentido de pertenencia, de oración hecha vida, signo y celebración, de salidas y acogidas significativas a las hermanas y laicos asociados de las 2 Comunidades… días en los que sonó fuerte y claro las palabras finales del mensaje final del XXI Capítulo General a todas las hermanas:
“… El Espíritu ha guiado este camino de discernimiento, conversión y actualización El ha fecundado la obra de nuestras manos y ahora nos corresponde custodiar con oportunos medios y paciente vigilancia la novedad que se nos ha confiado sin temor y con renovado afán evangélico…”
Compartimos la certeza de la verdad del Evangelio que “nadie echa vino nuevo en odres viejos porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama… el vino nuevo en odres nuevos” y esta certeza nos tiene ahora en el compromiso de vivir de acuerdo a lo hablado porque queremos ser testigos de esperanza en este tiempo nuestro y en esta realidad de Chile y de la Región.
El camino está trazado y las fuerzas renovadas, más que por el descanso físico, por la alegría de este vino nuevo que ya probamos y que nos interpela en nuestro ser como Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor en Chile. Nos queda concretar los desafíos y acoger las realidades para – unidas a todas las hermanas del Instituto – seguir haciendo posible una caridad que se hace SERVICIO, CONVOCA y que DA VIDA… sólo así adquieren sentido profético nuestras vidas y nuestras presencias signos del Reino, para que “EL MUNDO CREA” y en Jesús tengamos vida y VIDA EN ABUNDANCIA .
Por la comunicación de vida en la página de la Congregación vamos sabiendo lo poco que podemos comunicar en comparación con lo mucho que, sin duda, en la vida de todos los días tenemos que enfrentar, por eso comprometemos nuestra oración por todas y cada una, en la reciprocidad sororal y en la certeza que nos decía el Papa Francisco en la visita a nuestro país en enero…
"Cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. El bien, el amor, la justicia y la solidaridad han de ser conquistados cada día. No hay que conformarse con lo logrado en el pasado”
Jesús, al proclamar las bienaventuranzas, viene a sacudir esa postración negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas… si nos escondemos o encerramos en nuestras comunidades. Esa resignación que nos lleva a aislarnos de todo, a dividirnos, separarnos; a hacernos ciegos frente a la vida y sufrimientos de otros. Las bienaventuranzas son ese nuevo día para todos aquellos que siguen apostando al futuro, que siguen soñando, que siguen dejándose tocar e impulsar por el Espíritu de Dios"
Convocadas a compartir la vida…
El proyecto de familia y la alegría del encuentro. Nos reunimos en Buenos Aires las Hermanas de las comunidades de Argentina-Bolivia con Rosario y Adelaida en un ambiente de reflexión, de búsqueda conjunta y proyección de futuro.
Es preciso aclarar que las comunidades no acudieron solas; en las alforjas grandes del corazón traían nombres, rostros, historias, situaciones, desafíos… Al compartirlas se convertían en logros y preocupaciones de todas.
Rosario y Adelaida, por su parte, nos acercaron resonancias del XXI Capítulo General con sus múltiples matices y sentimos que el vino nuevo de conclusiones y propuestas viene circulando por cauces de madera antigua, moldeada en entrega con sabor a Evangelio: María Ana, Concepción Dolcet, María Serra, Asumpta, Gertrudis, Isabel, y tantas hermanas que en la sencillez de lo cotidiano fueron transmisoras de un legado de amor.
Ese legado de amor difusivo es hoy pertenencia eclesial que contagia y anima a algunos hombres y mujeres a un convivir más fraterno en las familias, en el trabajo, en la sociedad, poniendo en marcha pequeñas iniciativas solidarias por la justicia y la dignidad de los más necesitados.
AMAM, Amigos, Amigas, simpatizantes, buenos vecinos o simples conocidos forman parte de esa fuerza nueva para empujar la paz y el bien allí donde se encuentran.
Están con nosotros. Percibimos la riqueza de la presencia laical en muchos aspectos del documento: en la adhesión al carisma, en el deseo de transmitirlo en el lenguaje y los medios de hoy, en las pistas para la convergencia de esfuerzos, en una formación más integral e integradora y en la disponibilidad para cooperar en las acciones que se requieran para llevarlo a la práctica.
Constatamos una vez más la admirable estrategia misionera del Espíritu para llegar más lejos. Lo nuestro es la corresponsabilidad en mantener la casa abierta superando los miedos y la luz de la caridad verdadera, encendida a pesar de los vientos.
Dispuestas a caminar en humilde obediencia al Dios de la alianza que camina en cada historia, asumimos el reclamo más fuerte del Capítulo: la vivencia testimonial de la común-unión entre nosotras y con todos, superando fronteras, dando vigor al hilo primordial que nos une de la CARIDAD VERDADERA.
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